Viaje de Siem Reap a Nom Pen y visita al Museo del Genocidio Tuol Sleng
Después de un par de días por Siem Reap tocaba cambiar de ciudad y pusimos rumbo hacia Nom Pen, la capital de Camboya. Hay varias formas de ir de una ciudad a otra. Se puede ir en avión, que es bastante económico y rápido. Pero a mí personalmente siempre que puedo intento evitar este transporte, más aún en países donde hay paisajes tan bonitos. También se puede ir en autobús o en barco. Con ambas opciones se tarda entre 6 y 8 horas. Optamos por el barco, aunque finalmente no pudimos.

Viaje de Siem Reap a Nom Pen
Ir de Siem Reap a Nom Pen en barco era una de las actividades más interesantes que teníamos previstas. Con semanas de antelación reservamos un ticket para ir con la compañía Bookmebus. El billete no fue nada barato, ya que costó 35€. Pero era algo que merecía la pena. Íbamos a recorrer en barco todo el lago Tonle Sap, el más grande del sudeste asiático y pasar por pueblos flotantes y ver lugares increíbles.
Pero, lamentablemente, dos días de este trayecto, ya en Siem Reap, mandaron un correo diciendo que el puerto estaba cerrado hasta el día 30 de ese mes (el viaje era el 14). Básicamente nos daban 3 opciones: viajar a partir del 30, que lógicamente no podíamos; devolvernos el dinero íntegro y, la opción que elegimos, llevarnos hasta Nom Pen en una furgoneta VIP, que la llaman así, devolviéndonos la diferencia (el barco era mucho más caro).
Estuvimos tanteando opciones y nada, lo mejor que teníamos era ir en la furgoneta que nos ofrecían. Porque igualmente teníamos que ir de alguna manera y mejor asegurar ya el transporte. Así pues, tras varios correos devolvieron el dinero y nos dieron un billete para esa furgoneta.
Ese día no desayunamos en el hostal, como en la mañana anterior, ya que nos fuimos muy temprano. La idea era coger el barco, que al final fue la furgoneta, lo más temprano posible y aprovechar el tiempo en la capital. El trayecto podía durar hasta 8 horas. La furgoneta salía a las 07:30h, y poco después de las 6 de la mañana salimos del hostal para desayunar por el camino (entramos en un supermercado) y buscar el sitio exacto donde teníamos que ir.
Cambios de planes, otra vez
La verdad que la compañía Bookmebus, pese a que en el correo les dije que indicaran exactamente dónde estaría la furgoneta, no lo hicieron nada bien. La información era un poco ambigua. Por un lado nos decían el nombre de una avenida, sin más. Una avenida que por cierto era muy larga. Por otra parte en un mapa ponía un punto marcado, que era el mismo que si ponías el nombre de la avenida en Google Maps y marcaba un lugar al azar, en el que no había rastro de que ahí hubiera una parada o similar.
La lógica nos decía que esa furgoneta pararía en una rotonda al final de esa avenida, donde vimos llegar y salir algunos autobuses y furgonetas. Sin embargo pese a estar allí y mirar por los alrededores, incluso coger un tuk tuk para que recorriera la avenida entera (unos 2km), no vimos ni rastro de esa furgoneta. Nunca supimos dónde paró.
Incluso llegamos a entrar en una agencia de viajes que tenía una furgoneta en la puerta y por un momento pensamos que sería ese el lugar. Pero nos dijeron que allí no era y que no tenían ni idea de esa empresa.
Por tanto, tras no haber podido coger el barco, que era nuestra primera opción, tampoco pudimos coger la furgoneta. Tocaba improvisar y buscar la manera de llegar a Nom Pen, un trayecto que no es fácil. Nos topamos con otra agencia de viajes, más pequeña que la anterior, junto a la rotonda donde paraban autobuses y furgonetas. Le dijimos que cuál era la siguiente opción para ir hasta Nom Pen y teníamos tanto furgonetas como autoubses, aunque lo siguiente que había, además de que duraba menos el viaje, era una furgoneta que llaman VIP. Nos costó 10$ el trayecto, que no está mal teniendo en cuenta que son muchas horas.

Eran poco menos de las 8 de la mañana y nos dijo que salía a las 8:30h. Sin embargo sobre las 8:10h llegó un hombre en un coche a por nosotros, nos llevó a recoger a otro pasajero y finalmente llegamos al sitio donde salía la furgoneta. Salió puntual y al final el viaje fue más corto de lo que pensábamos, ya que tardamos poco más de 5 horas en llegar.
Trayecto entretenido
El trayecto fue bastante entretenido. La furgoneta, sin llegar a ser excesivamente cómoda, no iba llena y no estaba mal. En un primer momento nos sentamos atrás, pero el conductor nos dijo que por favor nos pusiéramos adelante. Éramos los únicos extranjeros y supongo que querría que disfrutáramos más de las vistas.

Y la verdad que las vistas durante el viaje fueron muy bonitas. Pudimos ver la Camboya más rural. Infinitos campos de arroz, aldeas muy pequeñas con casas de madera elevadas del suelo para cuando hay épocas de inundaciones, puestos a lo largo de la carretera con productos artesanales y de comida, algún que otro templo y mercado más grande. En fin, pudimos ver, aunque fuera desde la furgoneta, un poco la forma de vida de los camboyanos alejados de los lugares más turísticos.

A mitad de camino paramos en Krong Stueng Saen, una ciudad de unos 60.000 habitantes. Estuvimos una media hora en un restaurante que se veía que estaba preparado para recibir autobuses y viajeros que normalmente hacen este trayecto.
Un poco más adelante, cuando no faltaba demasiado para llegar a Nom Pen, volvimos a parar nuevamente. Esta vez el conductor abrió el capó de la furgoneta e hizo algo. Esperó un momento y volvimos a reanudar la marcha. Suponemos que se sobrecalentaría el motor o algo y parece que no fue algo extraño, pues la gente estaba muy tranquila.
Llegada a Nom Pen
Por fin llegamos a Nom Pen en un viaje de algo más de 5 horas desde Siem Reap. La capital camboyana se veía muy diferente a la zona del norte en la que estuvimos los dos últimos días. Tenía un aspecto más de ciudad, con calles asfaltadas en su totalidad, más tráfico, edificios, etc.
La furgoneta paró cerca del puerto, donde nos hubiera dejado el barco. Nada más bajar varios nos ofrecieron llevar en tuk tuk. Sin embargo nuestro hotel no estaba lejos y fuimos caminando. La primera impresión, al menos esa zona, fue de una ciudad con mucho movimiento. Había muchos restaurantes con pinta occidental en esa zona.
El hotel nada tenía que ver con el que estuvimos en Siem Reap. Este era un alojamiento de varias plantas, con zona de comedor, recepción, habitaciones mucho más nuevas, etc. Salió realmente barato, ya que no llegaba a 9€ por cabeza y traía desayuno incluido. Eso sí, no podían o no querían cobrar por tarjeta. Nos dijo la mujer de recepción que la máquina estaba averiada. Misma excusa que nos pusieron en algún otro restaurante en Nom Pen.
Era ya algo más de las 2 de la tarde y estábamos deseando de conocer la ciudad. Teníamos varios puntos previstos para ese día. Pero lo primero era comer, ya que desde el desayuno no habíamos comido nada. Así que volvimos por la zona que pasamos antes de camino al hotel, donde había muchos restaurantes, y entramos en uno cualquiera, ya que casi todos nos parecían iguales.
Era muy de estilo occidental, tanto el aspecto como la carta. Los precios nada baratos, para lo que es Camboya. Eso sí, pese a que la comida era más bien internacional, al menos tenían batido de coco, algo muy típico en este país y en el sudeste asiático en general.

Aquí tampoco nos cobraron con tarjeta. Supuestamente la máquina estaba estropeada. La verdad es que no es fácil encontrar un sitio en Camboya que acepten tarjeta, y en algunos donde supuestamente la aceptan, finalmente por algún motivo no acaban cobrando. Creo que no llegamos a pagar con tarjeta en ningún sitio en este país.
Después de comer, y ya casi sin dólares porque no habíamos podido pagar en ningún sitio con tarjeta, la idea era cambiar dinero. No teníamos previsto gastar mucho más en el día que nos quedaba en Camboya, pero prácticamente no quedaba nada en metálico. Por esta zona, pese a que la del restaurante nos dijo que había una casa de cambio “a la vuelta del edificio”, no vimos ninguna.
Decidimos ir a la cárcel S-21, hoy conocido como el Museo del Genocidio Tuol Sleng. Para ello regateamos con un tuk tuk que por 3 dólares nos llevó desde el centro. La distancia era de unos 3km, pero sobre todo primaba el tiempo, ya que no queríamos que se hiciera de noche y teníamos cosas por ver.

Museo del Genocidio Tuol Sleng
El Museo del Genocidio Tuol Sleng cuesta 5$ entrar. El horario es de 08:00 a 17:00h. Es lo que antes se conocía como prisión S-21. Aquí se cometieron auténticos crímenes por parte del régimen de los Jemeres Rojos. Una dictadura militar que gobernó Camboya de 1975 a 1979 y tuvo un impacto devastador para el país y su población. Todavía sus actos están siendo juzgados por tribunales internacionales.

Nadie sabe con exactitud el número de muertos que provocaron los Jemeres Rojos a su población. Las cifras hablan de entre 1,5 y 3 millones de personas. Se calcula que aproximadamente un tercio del total de la población de Camboya de aquella época.
Su objetivo no era muy distinto al régimen Nazi. Buscaban purificar el país, crear una raza superior y de etnia jemer. Aunque los crímenes les llevaban incluso a aniquilar a gente de su propia etnia que teóricamente querían defender.
En este lugar, en la prisión S-21, que hoy es el Museo del Genocidio Tuol Sleng, se cometieron torturas de todo tipo. El complejo está tal cual lo dejaron en la década de 1970. Lo tienen ilustrados con imágenes, testimonios de las víctimas, objetos personales… Me recordaba en cierta medida a Auschwitz.

Se pueden ver las camas con las cadenas donde ataban a las víctimas y diferentes instrumentos de tortura. Es un lugar bastante duro de ver pero que merece visitar para conocer la historia no tan lejana de este país. Una historia que no muchos conocen en occidente.
Son dos edificios de varias plantas cada uno. Hay diferentes salas, celdas, espacios de tortura, etc. Abundan textos escritos por víctimas, familiares y diferentes personalidades para intentar que esto no vuelva a ocurrir y hacer ver a los visitantes lo que fue este lugar.
Una de las zonas más impactantes junto a los instrumentos de tortura y las camas, fueron las celdas. Básicamente eran espacios súper pequeños donde aislaban a los presos. Eran tan pequeños que una persona casi no puede entrar de frente. Lo peor es que algunas celdas tenían un agujero en el suelo por donde podía entrar alguna rata, cucaracha o cualquier otro insecto, que era lo único que podía llevarse a la boca el preso durante semanas.

Aunque el campo de exterminio está a las afueras de Nom Pen, en la cárcel S-21 murió muchísima gente. No sólo por las torturas, sino también de hambre y en las condiciones en las que vivían. Muy poca gente logró salir con vida de este lugar.
Como anécdota interesante, si tenemos suerte podemos ver a un superviviente que acude al museo. Se trata de un hombre ya de edad avanzada, como podemos imaginar. Hay una fotografía en grande suya junto a la mesa donde se sienta. Nosotros tuvimos la oportunidad de coincidir con él. Hice una foto de lejos, porque tampoco sabía si estaría bien visto fotografiarle o no.

Recorriendo Nom Pen de noche
Cuando salimos el museo ya estaba cerrado. Cada vez quedaba menos de luz solar y encima el cielo amenazaba lluvia. La idea era ir a visitar un par de lugares de camino nuevamente a la zona del hotel. Esta vez fuimos andando.
Esta zona es un auténtico caos por el tráfico. Creo que no he visto nada igual, incluso creo que más caótico que El Cairo. Al menos en esa zona concreta. Multitud de motos, coches, todo sin respetar casi ninguna señal. Incluso las motos se metían por la acera, la cual era imposible caminar recto y había que ir haciendo zigzag por los coches aparcados en mitad.
Así llegamos al Monumento a la Independencia, ya casi de noche. Fue un monumento levantado en 1958 para recordar la independencia frente a Francia. Tiene 20 metros de altura y está en una rotonda. Es bonito verlo iluminado de noche.

De aquí seguimos caminando hasta la plaza donde está el Monumento a la Amistad entre Camboya y Vietnam. Ya se hizo de noche casi por completo y además empezó a llover. Entramos en una cafetería en esa misma plaza y por suerte al salir ya no llovía.
Pasamos por el Palacio Real de noche, aunque a la mañana siguiente lo vimos por dentro. Un lugar muy recomendable. También es bonito el paseo que hay junto al río, cerca de la zona del palacio y los restaurantes típicos para extranjeros.

Esa noche para cenar, aunque no estaba previsto, acabamos sin darnos cuenta en el mismo restaurante que por la tarde. Nos dimos cuenta cuando nos sentamos. Y es que, como ya mencioné, por esta zona casi todos los establecimientos parecen iguales. Por lo que pudimos ver en los menús que suelen poner en la calle, el menú y los precios tampoco varían mucho. Esta vez ni siquiera intentamos pagar con tarjeta.

Sin mucho más, pusimos punto y final a un día bastante interesante donde sobre todo me quedo con la visita al Museo del Genocidio Tuol Sleng y al trayecto en furgoneta desde Nom Pen, con unas vistas muy bonitas durante todo el viaje.
Mapa de localización