Conociendo la historia de Roma: visita al Coliseo Romano y Foro
El Coliseo de Roma. Ese lugar que atrae a millones de turistas cada año a la capital de Italia. Este fue nuestro destino para el segundo día de nuestra visita a esta bonita ciudad italiana. Considerado una de las Siete Nuevas Maravillas del Mundo, sin duda es algo que no nos podemos perder en Europa. 2.000 años de historia que podemos contemplar en nuestros días.
Visita al Coliseo Romano
Esa mañana nos levantamos temprano para ir pronto a visitar uno de los lugares que más turistas alberga en Roma. Teníamos la Roma Pass, por lo que no hacía falta que hiciéramos cola y comprar la entrada. Esto es algo recomendable especialmente para los meses de más afluencia de turistas como verano.
También se puede comprar por Internet de antemano la entrada sin necesidad de la Roma Pass. Además, un consejo útil es ir al Foro o al Palatino y comprar allí el ticket, puesto que vale para estos tres lugares y hay mucha menos cola.
Cuando llegamos, sin ser primera hora, había pocos turistas. A medida que fue pasando el tiempo empezaron a llegar más, pero sin llegar a ser un número exagerado. Era un día de diario de diciembre.
Del Coliseo de Roma poco podemos decir que no se sepa ya. Es sin duda el monumento romano más importante del mundo. Fue construido en el siglo I, mide en la actualidad 48,5 metros de altura y tiene capacidad para 80.000 personas. Si fuera un estadio de fútbol, estaría en el top 5 de aforo de Europa.
Con el paso del tiempo se ha utilizado para muchos fines. Fue cementerio, durante la Edad Media se construyó una iglesia en su interior y también ha albergado fábricas. Muchas de sus piedras fueron utilizadas para construir palacios y edificios importantes de Roma (incluso la Ciudad del Vaticano). Estas piedras fueron saqueadas o directamente por desprendimientos por los diversos terremotos y el paso del tiempo.
El itinerario recomendado y que podemos ver con flechas a la entrada, es comenzar por la segunda planta. Desde aquí tenemos las mejores vistas panorámicas de todo el complejo. Existe la posibilidad de subir incluso más arriba, pero está muy limitado a pequeños grupos cada día. No entra con el ticket normal.
Aquí podemos hacer un pequeño recorrido donde vemos maquetas del Coliseo, restos, grabados de otras épocas, etc. Pero lo realmente interesante es seguir con el recorrido y bajar a la primera planta. Desde aquí tenemos un contacto más directo con la base de esta enorme construcción.
En la actualidad, la entrada para el Coliseo Romano y el Foro es de 12€. Existe una entrada reducida para ciudadanos de la Unión Europea entre 18 y 24€ que cuesta 7,5€. Además los jóvenes de 17 años o menos, así como los mayores de 65, tienen la entrada gratuita.
Junto al Coliseo se encuentra el Arco de Constantino. Es más reciente, ya que fue construido en el año 315. Está dedicado a Constantino I El Grande y conmemora su victoria en la batalla del Puente Milvio. Mide 21 metros de alto.
El Foro Romano
Nuestra siguiente visita fue el Foro Romano. Otro lugar imprescindible en Roma. Entrar aquí es sumergirse en la historia. Volver al pasado e imaginarse cómo fue la Antigua Roma, una de las ciudades más importantes de toda la humanidad.
Esta es la zona donde se desarrollaba la vida en la época romana. Cosas importantes como la política, la justicia, la vida social, los comercios, la religión… Todo estaba concentrado en el Foro Romano.
Podemos ver restos de viviendas, templos, monumentos, etc. Destaca el Templo de Saturno. También hay dos arcos del triunfo que nos recuerdan al que vimos fuera, al de Constantino.
Junto aquí, caminando durante unos minutos, también se encuentra la colina del Palatino. Es donde estaba la residencia imperial. Desde aquí hay buenas vistas.
Toda esta visita más o menos nos deparó unas tres horas. Son lugares que merece la pena echar su tiempo y no ir con prisas. Por eso lo mejor es ir por la mañana. De aquí continuamos con nuestra ruta y lo siguiente que fuimos a ver fue el Circo Máximo. No es el lugar que mejor se conserva.
Cerca de aquí, a unos 300 metros, está la iglesia de Santa María in Cosmedin. Si bien el templo religioso no es nada destacado (para los que hay en la ciudad, claro), fuera está la famosa Boca de la Verdad. Es un lugar que seguro que todos hemos visto en fotos alguna vez. Siendo diciembre había una cola muy larga que calculo que mínimo 30 ó 40 minutos íbamos a estar allí. No era nuestro objetivo, por lo que pasamos de largo. Simplemente echamos una foto por las rejas y listo.
Monumento a Víctor Manuel II
La siguiente visita fue al Monumento a Víctor Manuel II, o Il Vittoriano. Está construido con mármol blanco y fue inaugurado en 1911. Es un monumento enorme, de nada menos que 135 metros de ancho y 70 de alto. Es tan grande que su construcción fue muy polémica, ya que hizo falta derribar muchos edificios de gran valor en la época para dejar espacio suficiente a esta obra.
Destaca bastante respecto a los demás edificios que hay alrededor, ya que son clásicos y este sobresale con su blanco impoluto. Merece la pena subir arriba, ya que hay unas bonitas vistas. Incluso se puede subir en ascensor a un mirador superior. No fue nuestro caso, ya que vimos excesivo pagar 10€.
Después de toda la mañana andando, tocaba descansar un rato y, sobre todo, comer. En Roma hay restaurantes por todas partes. Abundan las pizzerías y la pasta. Buscamos algo cercano a la Piazza Venezia, que es donde se encuentra el Monumento a Víctor Manuel II. Al final acabamos en uno en una pequeña plaza con una bonita iglesia (¡Qué raro en Roma!).
Ristorante Le Cave di S. Ignazio di Pantalone Sabatino, fue el sitio. Buena comida, precio excesivo. Es cierto que en Roma comer no es barato. Pero la verdad que aquí se pasaron con el precio del servicio, la bebida, etc. Aun así, comimos muy bien.
Ya con el estómago lleno y cargados de energía continuamos con nuestra ruta por el centro de Roma. La siguiente parada fue el Templo de Adriano, que estaba a escasos 100 metros de donde comimos.
Nos dejamos perder un poco por las calles llenas de gente y de tiendas y terminamos en el Panteón de Roma. Este lugar ya lo vimos el día anterior, aunque era ya de noche. Hoy lo vimos desde otra perspectiva. Volvimos a entrar.
La idea para ese día era acabar las horas de luz en un bonito mirador que teníamos apuntado: la terraza del Pincio, junto a la Plaza del Popolo. Pero antes de eso pasamos por la Plaza de España, otro de los lugares más turísticos de la ciudad. Aquí destaca su fuente de forma de barca.
La terraza del Pincio, un bonito mirador
Ya en la Plaza del Popolo tocaba subir escaleras durante unos metros y llegar a la terraza del Pincio. Aquí íbamos un poco con el tiempo justo, ya que cada vez quedaba menos luz.
Las vistas desde la terraza del Pincio son espectaculares. Al fondo se puede ver la Basílica de San Pedro. Es un lugar bastante concurrido de gente, especialmente por la tarde.
Los Museos Capitolinos
Para ese día teníamos planeado visitar los Museos Capitolinos. Fue una buena idea dejarlo para la tarde, cuando diera igual que fuera de noche (íbamos a estar dentro). Aprovechamos así la Roma Pass y entramos gratis, ya que teníamos la de 72 horas y nos permitía entrar sin pagar en dos sitios a elegir. Lógicamente lo normal es que se elija lo más caro, que es el Coliseo de Roma y los Museos Capitolinos.
A esa hora y en diciembre prácticamente estábamos solos. La verdad que se vio de maravilla todo, sin agobios, sin esperas, pudiendo echar buenas fotos. He estado en museos en plena época turística y no se disfruta igual.
Este es el principal museo de la capital italiana. Hay colecciones históricas impresionantes. Una pinacoteca de incalculable valor, estatuas de todo tipo. Es un sitio donde podemos pasar horas y horas.
Desde una de las partes del museo incluso podemos ver el Foro Romano, ya de noche a esa hora.
El Coliseo de noche
Para cerrar el día turístico decidimos volver al Coliseo y verlo de noche. Es otra visión totalmente distinta y recomendable también.
Esa noche para cenar no nos movimos del menú italiano: pizza. Eso sí, esta vez en un restaurante más callejero, donde, en muchas ocasiones, se prueba la verdadera comida típica del lugar. Fue un acierto y además estaba en la misma calle del hostal. Comimos las típicas pizzas variadas que venden al peso.
Sin mucho más, después de pasar un rato en el bar del hostal, nos fuimos a dormir. Un día muy bien aprovechado donde sólo nos sentamos para comer. El resto del tiempo viendo lugares con muchísima historia y descubriendo zonas muy bonitas.
Mapa de localización
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